Tras pasar los mismos semáforos de siempre, aunque no
con el mismo tráfico de antes, llegué a casa.
Por mi cabeza tan solo rondaba Alan y, a ratos, Derek,
su sobrina, su hermana y el día de mañana.
“¿Habrá Alan visto a Derek?” Era la mayor pregunta que
tenía en mente. “Si es así, ¿pensará que estuve siéndole infiel?”, “quizás nos
haya visto desde su portal, o desde la ventana”, “¿acaso se habrá quedado en el
estanque reflexionando?” Solo me preocupaba más de lo necesario, seguramente,
se habría quedado en el estanque compartiendo su soledad con la naturaleza. Yo
habría hecho lo mismo al oír el nombre de otra chica, él no era muy celoso, sí
un poco, pero yo me habría imaginado e inventado en mi mente toda clase de
posibles situaciones con ese nombre desconocido.
Después de aparcar el coche, subí las escaleras del
edificio hasta llegar a mi puerta. Folletos de publicidad sobresalían de mi
buzón, pero decidí ignorarlo, no me apetecía acercarme y perder tiempo.
Mi estomago rugía. La verdad, no había comido casi,
bueno, más bien no había comido absolutamente nada.
Me preparé una ensalada, una de esas sencillas:
lechuga, tomate, un poco de atún, aceite y sal. No me gustaba acompañarlo todo
con vinagre. También llené un vaso de agua y corté un poco de pan.
Sox dormía en su cesta, una cesta puesta en un sillón
únicamente suyo y para él. Se pasaba el día durmiendo, aunque a veces, salía
por las noches con los demás gatos. Solo dormía allí cuando hacía frío, es
decir, parte del otoño y todo el invierno. Los veranos y restantes no dormía
por las noches, cuando lo hacía, era de día y en algún lugar fresco.
Tanto pensar al ver mi gato dormir, me entró sueño a
mí también. Recogí los platos al acabar y
me fui directamente a la cama.
- Quizás debería…
Cogí el teléfono y me tiré en la cama, dejándome caer,
dejando caer el peso de mi cuerpo que se había vuelto pesado durante ese día.
Marqué su número y
como esperaba, contestó.
- ¿Sí?
- Ponpon wingwingwing ponponwiponpinponpon…
- Helen… tú y tus frikadas.
- Holas
La verdad es
que me encantaba comportarme como una cría a veces, hacer tonterías era
divertido y a ratos sano.
-¿Qué
ocurre?
- Hoy he
hablado con Alan.
- Que
novedad… aunque no me lo resulta si me lo dices así, tan pancha. ¿Ha pasado
algo?
- Le he
dejado, me he cansado. Es una ricura y siempre lo ha sido. Me trata como una
princesa, nunca me deja sola, no va con sus amigos solo por estar conmigo,… eso
me encantaba y de hecho me encanta. Pero…
Se lo solté
todo de golpe, no dejé que hablara apenas, tan solo hacía pequeñas pausas para
que fuera asintiendo y comprobar que estaba escuchando, o al menos, no había
colgado.
- Se me hace
muy raro, estabas tan coladita… además, ¿Cuánto tiempo llevabais juntos? Un año
y medio, es una lástima…
- A mí
también me ha dolido mucho, de todas formas he acabado decidiendo el final. Lo
peor es que un día de estos tengo que volver a verle…
- ¿Por qué?
Eso sí que es una gran ptada…
- Tiene
algunas cosas mías, también tiene la llave de mi piso y todo eso, creo que
cambiaré la cerradura.
- ¿Tanta
exageración? – Preguntó extrañada des del otro lado del teléfono.
- Quiero
olvidarle y para ello… necesito que me hagas un favor.
- Eso me
pinta mal.
Se me escapó
una pequeña risita al oír eso. Solíamos hablar con mucha broma y de forma
divertida, sin temores.
- Necesito
que llames a Miliem y a Carena, sería genial hacer una reunión.
- Helen, en
serio, ¿estás bien? Siempre sales traumatizada de esas fiestas, ¡venga ya! ¿y
ahora tú pides una? No, tú no estás bien.
Me reí al
comprobar que tenía razón.
- Estoy
segura de que a Carena le encantará la idea y sé que tú también quieres,
además, ¿no es pronto el cumple de Miliem?
Olivia
empezó a hablar, no sé de qué, supongo que explicó algunas ideas que tenía en
mente sobre la fiesta, o tontadas y locuras que hacíamos.
Lo único que
recuerdo es que me quedé dormida en ese mismo instante, los ojos se me cerraron
sin ninguna orden.
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