jueves, 12 de julio de 2012

Capítulo 4 - Aroma a café



 El bar/restaurante era algo viejo por dentro pero acogedor. Me quedé mirando la barra reluciente que no tenía ni un solo granito de polvo. En las paredes había cuadros antiguos sobre el río que pasaba por la ciudad y los barcos de aquellos tiempos. Finalmente miré a la gente. Dos ancianos estaban sentados en la barra hablando de sus recuerdos, otras dos jóvenes se sentaban en una mesa un poco apartada de la nuestra y la verdad, no tenía ni idea de que hablaban, ya que esos dos abuelos hablaban con una voz fuerte y potente.

    - ¡Helen! Me estás haciendo perder el tiempo, he estado esperándote durante horas y ahora te quedas de pie, con la vista perdida. No me hagas esperar y siéntate. No tengo prisa pero acabemos pronto por favor.

Bajé de las nubes y me senté en la silla. No quería que montara un numerito delante de la gente, bueno… había poca gente pero aun así, no quería problemas.

    - ¿Traes la historia? Como no la traigas… es para matarte.

    - ¡Claro que la traigo! ¿Hemos quedado para eso, no? – Puse mi carpeta negra sobre la mesa y saqué un papel arrugado. – Bueno, con las prisas se ha arrugado un poco…

    - ¿Un poco? Al menos se puede leer… ¡déjame ver! – Me quitó el papel de las manos y empezó a leer y a murmurar. Leía en voz alta, pero casi no se le entendía porque iba rápido.  - Casi sin tocar las escaleras, más bien rozándolas… ajá… mmm… no era metálica esta vez, era de madera… mmm… una capa roja, grité… bueno, la historia no está mal. Es una simple hoja de papel, pero creo que tendrá fama. ¿De dónde sacas tanta imaginación? Me encanta, ¿puedo saber la continuación?

    - Emm… bueno… no hay continuación, de momento. Es solo una historia, además acaba con una muerte, ¿no?

    - Puedes…. puedes hacer que sea un sueño, ¡tendría aun más fama! Me imagino la película, aunque sería un gran gasto crear la gran sala que describes y todo eso.

    - De hecho, es un sueño.

    - ¿De veras? ¡Wow! Pero hay una cosa… está muy bien este “principio” si es que piensas continuarlo… Helen, anímate y continúalo, no podemos presentar una historia de una hoja y mucho menos una película.

    - Ehh Derek, frena un poco. Antes de la película hay que escribir una historia, yo, no tengo historia aun, así que no hablemos de películas. Si tuviéramos que crear una película tendría que ser a la perfección del libro, no quiero que falte un detalle y eso cuesta mucho dinero. Por lo tanto, esperemos a que haga la historia, a que se publique y sobre todo, a saber si llega a ser un Best-seller, así que no hablemos de pelis, ¿vale?

    - De acuerdo, de acuerdo, no te pongas así… ¿quieres tomar algo? Yo invito.
Derek empezaba a comportarse de una forma demasiado rara, demostraba demasiada confianza y se me hacía muy extraño con un hombre de negocios. Me trataba como si fuera amiga suya, una amiga a la que le cuentas tus problemas, con la que quedas para charlar y tomar un café. Esa amiga de la que te enamorase cuando eras niño y que ahora la relación ha quedado en simple amistad. De todas formas, yo no conocía de nada a Derek ni tampoco sabía dónde vivía, ni siquiera me acordaba de su apellido y me negué a que me invitara.

    -No hombre, invito yo, te he hecho esperar muchas horas, te lo mereces.

    - No te preocupes invito yo, conozco a los dueños del bar, déjame a mí. Dime, ¿Qué quieres tomar? – Me miró de una forma que hizo ponerme nerviosa.

    - Vale vale, invitas tú. Está bien pues con un café solo me conformo. – No quería que se gastara mucho dinero por mí, así que pedí poca cosa.

    - De acuerdo, ¡Cameron, un café solo para la señorita y un zumo de piña para servidor!

    - ¡Marchando Derek! – Dijo el joven que estaba detrás de la barra, seguramente hijo de los propietarios.

El chico que se decía llamar Cameron, empezó a preparar antes el café que el zumo. El olor a café llegó a mi nariz y mi estomago no pudo evitar soltar un pequeño rugido que apenas se oyó, pero que Derek consiguió oír.

-¡Eh, tienes hambre! ¿Por qué no lo has dicho? ¡Cameron, pon algo para picar para la señorita! ¿No has desayunado nada?

- Pues… no. Me he despertado tarde y pues, tuve que ir rápido para encontrarte.

- ¿Algo dulce o salado? – Preguntó el camarero desde la cocina.

- Mmmm ¿qué prefieres, algún aperitivo dulce o salado? Bah, ¡Ponle algo dulce! Con el café va mejor un cruasán ¿no?

-Pero… da igual, tampoco tengo mucha hambre.

-Ya está pedido. Bueno, espero continuación de la historia, ¿vale? Ahora hablemos de ti.

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