jueves, 12 de julio de 2012

Capítulo 8 - Ella


Me paré en frente de su puerta, 2-2. Tenía una copia de las llaves en mi bolso, pero no quería usarlas así como así. Ya no era lo mismo que antes, así que me digné a llamar al timbre.

- ¿Quién es?

Se me heló la sangre. La voz de una chica resonaba en el otro lado de la puerta.

- Ss… ¿está Alan?

Creí que me había equivocado de puerta, pero al abrirse la puerta mi sangre pasó a ser sólida.

- Hola, Alan está en la cocina, pasa.

Una chica de melena larga y morena me hizo entrar en la casa de mi novio, Alan. La chica desconocida, por el momento, se puso a andar por delante de mí para guiarme hasta la cocina. Ese gesto me resultó incómodo, así que la adelante. Ya sabía el camino hacia la cocina, no era necesario que esa morena me guiara.

Quitando la vista de la chica, entré en la cocina de mala gana, con cara de querer una explicación a lo que estaba pasando.

Sé que, y lo continuo admitiéndolo, soy una celosa. Intentaba no serlo pero de todas formas no podía evitarlo, es mi forma de ser.

Alan estaba tendiendo la mesa para una sola persona, un alivio para mí. Giró su rostro y me miró.

- ¡Helen! Creía que eran mis padres. ¿Cómo estas princesa?

- ¿Quién es ella?
- ¡Eh, eh, eh…! Te conozco, relájate y déjame hablar, ¿vale?

No dije nada, no quería alterarme, podía estar equivocada. En esos momentos, no se me ocurría ninguna explicación de quién era esa chica.

Se acercó y lentamente me rodeó la cintura. Sus labios rozaron los míos por unos segundos de forma juguetona, y seguidamente, los unió con un profundo y honesto beso.

-Siéntate. – Me dio un beso en la frente. Me senté en la silla que me ofreció. – Es mi prima, estará aquí unos días, su padre se ha ido un mes de viaje por el trabajo y han aprovechado ella y su madre para venir aquí una semanita. Mis padres y su madre han ido a comprar un momento, no tardarán en volver.

- ¿No hay nada?

- Tan solo familia.

¡Mierda, mierda, mierda, mierda! Me dije para mis adentros.

No solo la cagué entrando malhumorada, si no que no vine en el momento adecuado. Con ella delante no podíamos hablar seriamente y salir de esa tormenta diaria.

Miré a mi novio con los ojos algo rojos, queriendo llorar por lo estúpida que me sentía en ese instante. Un nudo en la garganta no me dejaba formular ninguna palabra y se formó una esfera de silencio entre los dos.

-¿ Cariño?

Miré al suelo para que no viera mis ojos, que idea más tonta, él siempre intentaba mirarme a los ojos. Demasiado tarde.

- Helen…

Hizo que le mirase a la cara, forzándome a levantar la barbilla con su mano. Me eché a llorar al ver sus ojos. Para que no me contemplara llorar, me senté encima de él y le abracé. Tenía muchas ganas de abrazarle y hacerle toda clase de mimitos y dibujar en su piel y besarle por el cuello y ser cariñosa en general… pero él tenía su camino y yo el mío.

– ¡¿Irinaa?! 

Me sorprendió y enfureció que ese instante sentimental acabara con ese nombre.

- ¡¿Siii?! - Contestó desde la habitación de los invitados.

- Vamos a salir, cuando vuelva mi madre dile que me he ido con Helen. Si ocurre algo, llámame.

- ¡Vaaaalee!

Tragué saliva. Aun abrazándole conseguí hablar.

- ¿A dónde vamos? – Mi voz sonó más bajita de lo que esperaba, pero me oyó.

- Ya lo sabes.

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