jueves, 12 de julio de 2012

Capítulo 5 - Helen Miller



- Sobre mi… - ¿Era realmente bueno confiar en Derek? Era un buen tipo… de hecho, seguramente sigue siéndolo. Tenía mis dudas sobre él y él tenía dudas sobre mí. Me tocó empezar. – Bueno, me llamo Helen Miller, tengo veintitrés años. Hace dos años que acabé la universidad, estudié literatura. Por las tardes me dedico a ayudar en una biblioteca, atendiendo a la gente, ordenando libros, me encargo de realizar llamadas por teléfono,… cada día hago una cosa distinta.

Sacó una libreta, de un tamaño más o menos como medio folio normal, una libreta de folios blancos. Cogió el bolígrafo que tenía en el bolsillo de la camisa y escribió algo.

- ¿Qué… qué haces? – No levantó la mirada del papel. Mientras, intentaba ver que escribía, vi mi nombre apuntado. - ¡Oye!

Un desconocido, te llama, te dice de quedar en un sitio, lee tus historias, comenta sobre tu sueño, te invita a un café y toma nota de tus datos en una libreta. ¿Era eso normal? Para mí no lo era y mi tensión y nerviosismo aumentaba, parecía haber caído en una trampa.

- ¿Qué?

- ¿Puedo saber que haces y por qué está mi nombre ahí escrito?

Soltó una sonrisa, una de las más amplias, de las bonitas, de las de confianza y volvió a escribir. En ese momento, el camarero, que se hacía llamar Cameron, - un nombre muy parecido a camarero, que casualidad… - me trajo el café y un mini cruasán en un pequeño plato blanco.

- ¡Escúchame! Para de escr…

- Aquí tiene señorita, ¿desea algo más?

- Ehh… no gracias, así está bien, gracias.

- Cuidado aun quema, espera un poco para bebértelo. Ahora vuelvo con tu zumo, Derek.

Cameron no dijo nada más y se apresuró a llevarle el zumo a Derek. ¿De qué se conocían? Hablaban como si Derek tomara algo en ese bar todos los días.

- ¿Qué piensas Helen?

- ¿Qué… pienso…? ¿De qué?

-¡Baja de las nubes de una vez! Estamos aquí por trabajo, ¿recuerdas?

- Mmm... eh... ¿qué? ¡¿Cómo que baje de las nubes?! ¡Eres tú el que está escribiendo en una libretita sin decirme nada!

- Cálmate, a veces asustas. Los viejos te están mirando.

Me giré hacia los viejales, sí, me estaban mirando de forma extraña y se les oía criticarme, criticar a la juventud de hoy en día.

- Espera… ¡no me cambies de tema!

- Aquí tienes tu zumo de piña, que lo disfruten y ¡buen provecho!

- Gracias – contestamos.

Cameron se fue de nuevo.

- ¿Qué decías Helen?

- ¡Deja de escribir y préstame atención! – le puse un poco de azúcar al café y lo mezclé todo con la cucharita. Derek, mientras, sacudía la botellita de cristal. – Ahora cuéntame sobre ti.

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