jueves, 12 de julio de 2012

Capítulo 2 - Haru Haru (día a día)


Al despertar no pude evitarlo, las frías lágrimas de tristeza y a la vez calientes por mi temperatura corporal, caían por mis mejillas sin control.  Abracé mi almohada en busca de consuelo y me calmé un poco. ¿Por qué siempre me pasaba lo mismo? Un sueño extraño, a veces colorado, a veces oscuro… pero totalmente raro. Decidí no pensar en ello.
Me sequé las lágrimas con un pañuelo de papel que siempre me preparaba la noche anterior, por si acaso. Encendí la radio en busca de algo que llenara el silencio. En ese momento escuchar un CD no me apetecía, no deseaba saber que canción seguía detrás. Prefería algo aleatorio.
Fui a apuntar mi sueño en un papel tras levantarme. De repente, oí una melodía conocida que después me hizo reaccionar. Aun no me había familiarizado con el nuevo tono del móvil.
   - ¿…Qué carajos…? Oh, mi móvil. – Pulsé el primer botón que vi y me lo puse a la oreja - ¿Diga? … ¿Hay alguien? ¿Quién es? …Vaya… han colgado. – Me lo quité de la oreja y miré a la pantallita para saber qué número era. – ¡Seré estúpida! He colgado.

No indicaba ningún número porqué colgué yo. No tenía ningún “supermóvil” moderno, simplemente uno que me regalaron al pasarme a la compañía.
Medio zombi, medio humana me dirigí a la cocina. Abrí la nevera helada y vacía. Tan solo había sobras de la cena de ayer y un brick de leche de 2 litros. Llené un vaso de leche y bueno, supongo que ya sabéis lo que hice.

Paré de beber repentinamente, me quedé con la postura de beber pero sin hacerlo, clavando la mirada en el gran reloj de la cocina. Marcaban las doce menos cinco minutos, casi la hora de comer. Comprobé varias veces con mi mirada que había visto bien las agujas del reloj y sí, lo había visto bien.

Casi tiro la leche que tenía en la boca pero no lo hice. Dejé el vaso con cuidado sobre la mesa y corrí hacia mi habitación, vistiéndome con la primera ropa que vi al abrir el armario.

Recogí los papeles que había sobre la mesa de mi despacho, – el sueño escrito incluido - los metí en una carpeta y me fui en busca del coche.

Cerré la puerta con llave, con las prisas, me di cuenta de que estaba abriendo y no cerrando, pero después rectifiqué y conseguí cerrar el piso. Bajé las escaleras del bloque a toda pastilla. Me metí dentro del coche, arranqué y me dirigí al parque, donde había quedado con él.

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