Dejó de
sacudir su zumo y se quedó pensativo 2 segundos. Ya se esperaba la pregunta,
como no, pero no sabía muy bien que decir.
- Mi nombre
es Derek Bryant, trabajo en esta editorial. Me dedico a seleccionar nuevas
historias, es decir, me dedico a aceptar o rechazar nuevos autores. Por eso
estoy aquí contigo, para introducirte en el mundo de la escritura. Ah, sí,
tengo veinticuatro años y estudié periodismo, con algunos cursos de más.
- ¿Vives
aquí? Yo vivo algo lejos de este parque, bueno, solo a diez minutos con coche
si no hay tráfico.
- Sí, más
bien a las afueras, tengo que coger el coche para todo. Mmmm bueno… ¿qué vas a
hacer mañana?
- No tengo
nada planeado, seguramente escribir más aunque no estoy muy inspirada…
- Ven a mi
casa, te enseñaré todos los estudios que tengo, allí te inspirarás mucho ya
verás. No es necesario que vengas puedes esperar en este parque y te paso a
buscar yo.
Arriesgué mi
piel. Ese chico aparecido de la nada no lo podía dejar escapar, la curiosidad
me mataba por dentro.
- ¿A tu casa?
Mmm suena extraño pero vale, a las doce estaré allí. – Le di el último mordisco
al cruasán y el último sorbo al café, acto seguido me levanté de la silla - ¿me
acompañas hasta el coche?
- Por
supuesto. – Se acercó a la barra y pagó el zumo, el cruasán y el café a Cameron
– Aquí tienes. Vamos.
Salimos del
bar limpio y viejo, aun criticándonos los ancianos. Como la vez anterior, Derek
salió primero y aguantó la puerta para que pasara. No era de mucha educación
salir primero… pero tan solo éramos conocidos y ya bastaba con sostener la
puerta.
Volvimos a
cruzar el parque entero. Esta vez no había tanta gente porque casi era la hora
de comer, solo quedaban algunos ancianos aun alimentando a las palomas con
arroz. Se esperaba el frío y los arboles no tardarían mucho en desplomarse. Me
puse el abrigo negro, empezaba a hacer algo de fresca.
Mis ojos
podían notar la humedad de la noche anterior, las gotas de lluvia seguían en el
suelo formando pequeños charcos o sobre los coches, nublando la vista a los
conductores. Mi coche era el único que estaba seco, el edificio donde vivía
tenía un parking para todos los vecinos.
- Hasta
mañana
- Mañana
quedamos en ese banco, ¿vale? No te quedes dormida de nuevo. Entonces, ¿a las
doce te va bien? Si te quedas dormida esta vez ya sí que no lo dejo pasar.
- De acuerdo,
seré puntual.
Subí al
coche y Derek se dedicó a mirarme mientras me iba. Era un buen tipo, siempre te
facilitaba las cosas.
Dejé el
coche en el parking subterráneo del bloque y subí las viejas escaleras que un
anciano no podría soportar hasta llegar a mi puerta.
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